viernes, 9 de marzo de 2012

Amor sufrido, amor genuino



06-03-2012 Costanera, Punta Arenas






Hace poco comprendí algo sobre la entrega del amor de Jesús de una manera que nunca imaginé. Y trataré de explicarlo bien, esperando con todo mi corazón que puedas sentirlo de una manera muy especial, si es que Dios me da de su gracia.


"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" Juan 3:16


Estaba en mi congregación y llegó el momento de la adoración. Para mi ese momento fue hermoso, estaba tan feliz que la presencia de Dios estuviera con nosotros que era inevitable derramar todo en adoración ante El. En un momento me quede en silencio y... sentí algo... y... no se como, pero sabía que era así, no lo vi, pero lo supe porque vinieron muchos pensamientos a mi mente y lo que sentí fue: que el Señor mismo estaba en frente mio, trayendo su corazón en sus manos dirigiéndose a mi, no hicieron falta las palabras. Les digo hermanos, apenas si podía concebir esto. Era como si me dijera "Toma, te doy mi corazón y no importa lo que pase voy a seguir amándote." Eso es lo que se llama amor incondicional. Esto es exactamente lo que Jesús ya hizo por nosotros en la cruz, mucho antes de que le conociéramos El ya nos conocía y nos amo entregando su corazón.


Muchas veces no estamos dispuesto a amar del todo a los demás. Algunos de ustedes tendrían la mentalidad o la posición que yo tenía de: "No voy a volver a amar nunca más para no volver a sufrir" te cierras y quedas con eso. Eso fue exactamente lo que yo pensaba, me apenaba en ese momento y decía: "Cómo puedes ser así, acaso no sabes que yo puedo fallarte y dañarte?" ...Si el amor no es sufrido, entonces no es amor.


"Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero" (1 Juan 4:19)

Aun no comprendo del todo (se que es verdad) y quizás mientras estemos en este mundo nunca vamos a entender por completo el amor de Dios porque es inmenso, pero lo que más anhelo es que El sea el primero en mi vida. Amarle a el, a mi mismo y a mi prójimo, exponiéndome a heridas, aunque haya que sufrir por amor El es el que me va a restaurar y a sanar porque si tengo a Dios en mi vida es imposible que no pueda amar como el lo hace.


y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?
Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

Efesios 3:19-21